Bronca e indignación provocó la cobarde agresión a juez de línea y la detención del clásico

Arias Info General

Bronca e indignación provocó la cobarde agresión a juez de línea y la detención del clásico

El esperado encuentro del domingo pasado entre Tricolores y Lomonegros, que prometía ser un partido convocante y atrayente, quedó tristemente eclipsado por un acto de violencia inaceptable.

Lejos de analizarse el potencial deportivo, la conversación se centra, con justa indignación, en el repudiable accionar de un individuo que, con su conducta, no hizo más que preocupar aún más a las autoridades de Belgrano Juniors por la espiral de hechos de violencia y sanciones impuesta por otros hechos del 2024 y con la quita de localía, sanción que aún no terminó de cumplir.

La agresión sufrida por el juez de línea Rodrigo Molina, víctima de la cobarde acción de un supuesto simpatizante que le arrojó agua caliente desde un termo, dejándole una marca física y, sin lugar a duda, un impacto emocional significativo, es un hecho que nos avergüenza como comunidad deportiva. Que, una lesión cutánea por más leve que haya sido, no puede dejarse pasar por alto. El asistente fue quemado por el agua y ello hizo que no pudiera seguir después de semejante salvajada, certificada por el Dr. Claudio Gallardo.

La rápida difusión del suceso y el unánime repudio expresado en las redes sociales por los propios hinchas de Belgrano son un indicio de que la gran mayoría de los simpatizantes rechazan categóricamente este tipo de comportamientos. La imagen televisiva de Canal 7 Arias, que capturó al presunto agresor, un rato antes, apoyado en el muro perimetral, observando el clásico con aparente desinterés mientras tomaba mate, contrasta fuertemente con la violencia de su acto posterior.

Si bien la agresión ocurrió fuera del campo de juego, tras una jugada ofensiva del Arias Foot Ball Club, la secuencia reconstruida gracias al aviso por intercomunicador del juez Molina y la posterior reacción del árbitro Pablo Díaz, quien acudió en su auxilio, deja pocas dudas sobre lo ocurrido. La actitud del individuo cerrando el termo con total desparpajo como si nada hubiera ocurrido, intentando ocultar el cuerpo del delito tras el ataque, refuerza la sospecha sobre su culpabilidad.

Es lamentable, aunque predecible, que la policía, según el relato, no haya presenciado el hecho. Sin embargo, el testimonio de los hinchas presentes en ese sector, quienes increparon al agresor tras la suspensión del partido, evidencian la indignación generalizada y la conciencia de las consecuencias negativas que estos actos traen para la institución, principalmente en forma de costosas multas.

En definitiva, este episodio no debe quedar impune ni repetirse jamás. Es imperativo que se tomen medidas concretas para identificar -algo que ya es vox populi-, al delincuente y sancionarlo. Sin embargo, la reacción simplista de prohibir el ingreso de termos y mates, junto con otros elementos, no solo castiga a la gran mayoría de los aficionados que disfrutan del fútbol de manera pacífica, alegre, sino que también evade la raíz del problema: la falta de educación y la presencia de individuos violentos en nuestros estadios.

La dirigencia de Belgrano, una vez más, se verá obligada a invertir tiempo y recursos en trámites burocráticos y descargos, tiempo que debería dedicarse a fortalecer la infraestructura del club y a promover el deporte como una herramienta sana y de inclusión y desarrollo para la comunidad. Resulta frustrante que la irresponsabilidad y la estupidez de unos pocos terminen perjudicando los esfuerzos por construir un futuro deportivo más próspero y pacífico para el pueblo. Es hora de que la sociedad en su conjunto asuma la responsabilidad de erradicar la violencia del fútbol y de exigir sanciones ejemplares para quienes empañan la pasión que tanto nos une.

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