Córdoba: Intendentes peronistas plantan bandera
La palabra santa del gobernador empieza a perder influencia en los municipios. Estrategias pago adentro y resurrección de las re-re. Renovación y cambio.
Por César Puchera (LETRA P.) De la primavera electoral que Hacemos por Córdoba pensó adelantar con las elecciones en Marcos Juárez solo llegaron los estornudos, que suenan cada vez más fuerte y ya rompieron un silencio generalizado que parecía ser la norma en la vida interna del oficialismo provincial. Como ya contó Letra P, la derrota en el sur cordobés envalentonó a algunos sectores del peronismo que en estricto off the record venían renegando de la estrategia de Juan Schiaretti y que encontraron la excusa perfecta para alzar la voz.
Los primeros movimientos del renovado clima de época aparecen en las intendencias, que empiezan a plantearse estrategias propias para cuidar el pago chico, aunque los métodos contradigan las órdenes que llegan desde el Panal, que se desvela para tratar de conservar el poder ante la imposibilidad de reelección del mandatario. Una de las discusiones que parecían zanjadas es estrictamente electoral y tiene que ver con el pedido de las jefaturas territoriales para habilitar una última reelección para intendentes e intendentas que llevan más de un mandato.
La jugada, ahora, será abiertamente transversal y el resurgir de las re-re tendrá entre sus principales impulsoras a la dirigencia del PJ, el radicalismo, el vecinalismo y algún que otro independiente referenciado en Juntos por el Cambio (JxC). En conjunto, moverán piezas en contra de las posiciones ya expuestas por sus jefes provinciales, que se oponen a los cambios y las reinterpretaciones de último momento.
El pedido reeleccionista se volverá a mover en las próximas semanas. Esta vez, el camino se motorizará por dos vías: la legislativa y la judicial. Con pertrechos legales en la mochila, un grupo de intendentes que transversaliza el escenario político pedirá que se habilite la posibilidad de candidatearse “una vez más” para disputar las intendencias de sus pueblos y ciudades. La razón técnica es muy simple, consideran que una ley que se sancionó en 2016 no puede ser retroactiva a 2015. Entonces, quieren que se considere al mandato 2019-2023 como el primero que se enmarque en el nuevo cuadro legal.
Uno de los intendentes que impulsa la movida en el sur provincial advierte que el grupo de jefes y jefas peronistas reactivó su movilización luego de la quietud que le siguió al frustrado intento por meter la discusión en el recinto legislativo en la primera parte del año. De ese proceso, peronistas que mantienen cierto grado de afinidad con Schiaretti señalan que el gobernador nunca se pronunció en contra de la reinterpretación en cuestión, sino que solamente puso como condición que dicha relectura llegara como parte de un acuerdo amplio entre las fuerzas con representación parlamentaria.
“Nunca convocaron a los intendentes, ni en 2016, ni ahora”, indica uno de los peronistas del sector más crítico a Schiaretti. Entre quienes tienen más confianza en el gobernador apuntan que las condiciones cambiaron y que, ahora, con un abierto pedido que involucra a intendentes e intendentas de todo el arco político provincial, la cruzada podría arribar a un final feliz.
“Primero la iban a aprobar durante la última sesión de 2021. Después dijeron que era la última sesión antes del receso de invierno. Si todo eso era para evitar los costos políticos, podrían ser durante el Mundial también, ¿o no?”, lanza uno de los más arriesgados. También hay quienes afirman que el pedido para avanzar por la vía judicial fue del propio Schiaretti que “necesita una excusa para que la habilitación para un nuevo mandato no se la cobren solamente a él”. “¿Cuándo pidió permiso para aprobar una ley?”, retruca un opositor.
Otra idea que comienza a analizarse en el intendentismo que reniega del dedo homogeneizador de Schiaretti es despegar las elecciones comunales. Esa posibilidad comienza a ser analizada sobre todo en sectores que sostienen su apoyo al Frente de Todos, entendiendo al espacio como la conducción nacional del partido ante la cual el cordobesismo se rebela. En un movimiento que le hace probar a Hacemos por Córdoba de su propia medicina, se concentran en el pago chico y evitan correr riesgos antes una avanzada opositora que pueda poner en riesgo los poderíos locales.
“Ya pasó en 2015. La situación provincial y nacional rebota en los pueblos del interior y, mientras más lejos podamos estar de ese clima, mejor vamos a poder discutir lo que a nosotros nos importa, que son las realidades locales, lo que pasa en nuestras intendencias”, señala un hombre del peronismo que aún no tiene definido cómo administrará su jugada el año entrante.
Como todo, el trazo del campo de juego dependerá del gobernador. Según la ley electoral, las intendencias no pueden despegar sus elecciones en un plazo mayor a los 30 días de la contienda provincial. De este modo, ningún jefe local que esté analizando una estrategia despegada del comando central de Hacemos por Córdoba tiene demasiado que hacer hasta que Schiaretti no oficialice la fecha en que se definirá el nombre de su sucesor, salvo que la Carta Orgánica municipal habilite esa posibilidad.
A contramano de esa propuesta, desde comienzos de este año, un grupo de jefes y jefas comunales con asiento en el departamento Colón, uno de los más grandes y fuertes en términos electorales, viene planteando la necesidad de pegar las elecciones locales a las provinciales, para traccionar el apoyo al seguro candidato Martín Llaryora desde sus afianzados oficialismos municipales. En ese universo, también empieza a tomar temperatura la puja entre caciques históricos que imaginan una re-re que garantice la victoria, que ofrecerán para alimentar el caudal de votos de HxC en el tramo para la gobernación, frente a quienes, arriba del caballo de la renovación, entienden que es el momento para plantar bandera con una propuesta acorde al cambio de protagonistas a nivel provincial.