La Trochita fue la «estrella indiscutida» de la Fiesta Nacional del Tren a Vapor
Turistas y pobladores se congregaron para celebrar la segunda jornada de la Fiesta Nacional del Tren a Vapor en la localidad chubutense de El Maitén, homenaje que el pueblo ferroviario le brinda a dicho ferrocarril y a sus trabajadores, en el que la «estrella» de la jornada fue La Trochita, formación que brindó recorridos cortos por la estepa patagónica.
Personas de todas las edades y diferentes geografías arribaron a la localidad a participar del evento, que es esperado todos los años por los lugareños y los habitantes de toda la Comarca Andina, el cual se lleva a cabo desde el viernes y hasta el domingo frente a la Estación de El Maitén.
El amplio predio cuenta con puestos de comidas y bebidas, entre las cuales se destacan aquellos que venden cervezas artesanales. Además hay artesanías y diferentes productos, entre ellos de talabartería.
En la pintoresca estación del tren, los bancos confeccionados de madera invitan a los participantes a sentarse a disfrutar del encuentro, compartir el mate mientras que la imponente Trochita, sin duda la estrella de la fiesta, se alista para la primera de las tres salidas que realizará en el día, en el que, cabe destacar, se estrenó un vagón inclusivo.
«En el marco de esta celebración del tren trocha angosta se inaugura un vagón para personas con capacidades diferentes», dijo a Télam el ferroviario y subgerente de La Trochita, que hace 38 años trabaja en el lugar, Oscar Mansilla, quien destacó «la importancia del trabajar unidos para que el trencito continúe activo».
Por su parte, el maquinista de la trocha, Alfredo Mansilla, se preparó con entusiasmo para iniciar uno de los viajes organizados en el marco de los festejos.
Hace 43 años está en servicio y aseguró estar orgulloso de La Trochita. «Comencé como aprendiz a los 18 años; toda una vida acá arriba», enfatizó ante esta agencia el hombre que aseguró disfrutar del recorrido en cada estación del año.
Los recorridos previstos tienen una duración de alrededor de una hora y media. Apenas iniciado el trayecto, las guías comparten información, indicaciones y sugerencias a tener en cuenta para un buen viaje en el tren y en relación a su entorno.
La fiesta de la Trochita. Foto: Alejandra Bartoliche.
La Trochita es denominada así por su trocha angosta de 75 centímetros, fue inaugurada en 1945 con vagones fabricados en 1922. Como tren turístico es famoso a nivel mundial y sus coches son considerados una reliquia.
El sábado, al comenzar el recorrido preparado para esta celebración, el tren a vapor más pequeño del mundo atravesó el viejo puente sobre el río Chubut, donde varias personas se refrescaban en sus aguas cristalinas y frescas bajo un radiante sol y saludaban a los pasajeros.
Entre las personas a bordo estuvieron Claudia y Asís, quienes llegaron desde Río de Janeiro, Brasil, de visita a la zona. «Pasamos por Bariloche y El Bolsón, y vinimos hasta aquí especialmente para conocer el tren», coincidieron en señalar a Télam, mientras La Trochita surcaba la estepa y los viajeros admiraban la gama de ocres y verdes que visten el paisaje andino en esta temporada veraniega.
Desde las pequeñas ventanas rectangulares los viajeros se asomaban al campo y acababan felizmente despeinados por la brisa. Sus sonrisas de algarabía, cual la de los niños, quedaba envuelta bajo los influjos de la magia de La Trochita.
El paisaje ofrece vistas increíbles: al costado de las vías hay arbustos de flora nativa y a lo lejos se apreciaban ovejas, caballos, vacas pastando y alguna que otra liebre saltarina que agitada correteaba al filo del andén.
En medio del recorrido, el guarda Bernardo Antico, nacido en Esquel y trabajador de La Trochita desde hace 29 años, solicitó a los pasajeros los boletos, a la par de asegurarse que todos ellos se encontraban bien y dispuestos al disfrute del viaje. «Para mi es un orgullo este tren, Viajo en La Trochita desde que nací y me voy a jubilar en ella», dijo a Télam.
Mora, Facundo y Claudio, residentes en Casilda, Santa Fe, son tres de los que disfrutaron el viaje. «Es toda una experiencia», señaló a Télam la joven.
Por su parte, Héctor, Nélida y sus dos perritos caniches celebraron «el haber cumplido el sueño de viajar aquí y en familia».
El perfume de manzanilla y otras hierbas aromáticas invadieron en un tramo los vagones, mezclándose con los aromas de las delicias que amasa a diario la pastelera y nieta de ferroviario, Andrea Manrique, quien ofrecía y servía tortas, tartas y tortas fritas en el salón comedor del tren, acompañadas con té, café o una bebida fresca.
En un momento, el trencito frenó unos minutos para que los viajeros bajen y se dirijan rápidamente hacia la locomotora para tomarse fotos y apreciar desde el terreno las vistas.
Al rato de retomar el recorrido, el maquinista hizo sonar el silbato del tren, que expandía humo desde su chimenea como en las historias de cuentos, para indicar que se aproximaba el final del viaje.
Ya de vuelta en la estación, los talleres y el museo de La Trochita recibían a los pasajeros, fanatizados por la hermosura y curiosos de profundizar sus conocimientos sobre el tren, el lugar y las distintas familias ferroviarias que hicieron de él, con compromiso, esfuerzo y mucho amor, una leyenda mundial.
Quienes ingresaron al taller ferroviario de El Maitén, pudieron constatar cómo las agujas del reloj parecían detenerse y se vieron invadidos por un sentimiento de admiración por los artesanos que utilizan máquinas de antaño para mantener en funcionamiento al tren a Vapor, como en general lo hicieron sus ancestros quienes le transmitieron este sentimiento y el conocimiento de oficios que invita a un viaje al pasado.
En el museo, la historia apasionó a los turistas nacionales y extranjeros. Mari fue la encargada de hacer revivir la historia del tren que late entre las paredes del pequeño recinto.
La tarde avanza, en las calles del predio jugaban niños y niñas, las personas sonreían y abrazan durante un evento hace latir a los corazones de los residentes que cada año aguardan con entusiasmo esta celebración.
José Miguel San Martín, nacido en Leleque y poblador de El Maitén, dijo a esta agencia que la fiesta «significa encontrarse» porque «a veces uno no sale lejos y estos festejos permite ver gente, ver a los conocidos y a la familia».
Mientras el atardecer se asomaba el público se acercaba al escenario, donde un rato después se presentarían bandas, entre las que se destacaría «Kapanga».
Los festejos continúan hoy domingo con actividades deportivas, actividades en el hípico, más paseos en tren y por supuesto más música entre otras propuestas para seguir celebrando.